NOS LAS DAN CON QUESO

Inicio » Con firma propia » NOS LAS DAN CON QUESO

Cuando hace ya más de veinticinco años tuve que hacer una pequeña investigación para explicar a mis alumnos de COU -dando cuenta del temario vigente entonces- las bases ideológicas de los fascismos, tropecé por primera vez con un concepto del cual en mis estudios universitarios no había tenido noticia, o, por lo menos, no lo recordaba. Era la teoría orgánica de la sociedad.

Tan útil me resultó en aquel momento para el fin perseguido, que aún no se me ha borrado de la memoria.

Sostiene tal teoría que la sociedad es una especie de organismo vivo en el cual la persona individual no es más que una célula que no tiene existencia independiente de ella. Recibe su propia vida y todas sus ideas de esa sociedad en la cual ha nacido y de la que continuamente se alimenta. Con estas premisas no cabe hablar de una razón individual o de una libertad individual, como tampoco cabe que cualquier individuo pueda tener sus propias opiniones. Al contrario, la propia sociedad ya goza de una razón y una libertad colectiva y desarrolla para sus individuos las opiniones más acertadas para toda esa sociedad.

Recuerdo el revuelo que se montó en el aula y los gestos de desaprobación de los alumnos al escuchar mis explicaciones.

Parece que esta teoría orgánica de la sociedad tiene su origen en la antigüedad clásica, posiblemente en las doctrinas platónicas, y desde entonces ha sufrido variadas acomodaciones a un interés de lo más variado. Desde el mismo San Pablo que en el siglo I, en los orígenes del cristianismo, elaboró la doctrina de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo a partir de su concepción orgánica de la sociedad eclesial donde Cristo es cabeza de la Iglesia y todos los demás individuos miembros de ese cuerpo que es la Iglesia, hasta Mussolini que en 1932 en un artículo publicado en la Enciclopedia Italiana ponía de relieve la importancia del Estado y reconocía al individuo sólo en la medida en que sus intereses coincidieran con los del propio Estado, presentando el fascismo como expresión de la única verdadera libertad, la del Estado, y, dentro de él, la del individuo.

Para Mussolini el Estado fascista concentraba la síntesis de todos los valores de los individuos y, con ellos por bandera, regalaba vida a todo un pueblo a través de sus ideas. Unas ideas que el Estado se encargaba de difundir sin reparar en medios para conseguir la plena identificación de los intereses de los individuos con los del Estado. Y la herramienta principal para conseguirlo no era otra que la PROPAGANDA. No es que fuera algo nuevo, pero sí que eran nuevos los mecanismos externos de los que se servía: los continuos discursos radiofónicos, una exquisita escenografía en las apariciones públicas de los líderes, la difusión de cánticos populares, las concentraciones masificadas…

Con ello, el gobierno manipulaba la opinión y creaba el pensamiento colectivo de la sociedad acudiendo a los servicios de reconocidos intelectuales, artistas populares o deportistas de élite que avalaban dicho pensamiento. Así, el Estado conseguía que la población asumiera cómodamente todo lo que el Gobierno iba dictando. En ello se basó también el éxito del nazismo alemán que llegó a contar con un Ministerio de Propaganda.

Claro que todo esto eran prácticas de los años 30 del pasado siglo. Antes de la II Guerra mundial, de la Guerra fría y de multitud de guerras locales que, finalmente, nos dejaron un mundo nuevo que, al menos para los agraciados países desarrollados de los cinco continentes quedaron relegadas al olvido y sustituidas por las nuevas fórmulas democráticas de los estados. Así que quién nos iba a decir que en el año 2020 esas prácticas iban a resucitar. Si se lo hubiera anunciado a mis alumnos de hace veinticinco o treinta años se habrían reído de mí y yo habría perdido para ellos toda fiabilidad.

Pero sí. Contra todo pronóstico hemos vuelto a las andadas. Ha pasado mucho tiempo y han cambiado muchas cosas, por eso en lugar de discursos radiofónicos, ahora se acapara la televisión y, además se cuida para que las principales cadenas de ámbito nacional emitan de manera simultánea los amables informes gubernamentales que tranquilizan a la población con un llamativo montaje en que los ministros del gobierno o sus delegados responsables aparecen acompañados de jefes uniformados repletos de medallas y condecoraciones que impresionan al más majo. Y si es el mismísimo presidente del Gobierno quien va a rendir cuentas, entonces son todas las cadenas las que cubren el evento para que nadie escape de su imagen y su discurso.

Y, por supuesto que se sigue echando mano de personajes populares que avalen las decisiones del Gobierno. También en este caso la televisión es un vehículo idóneo para mantener entretenidas a las masas en épocas de confusión y desasosiego. Hasta la buena voluntad de alguno de estos populares personajes que sin otro ánimo que ponerse del lado de los sufridores súbditos del Gobierno dominador, es manipulada para parecer que actúan en consenso con el Gobierno.

Todo este conjunto de maniobras manipuladoras, antaño se decía que eran propias de los regímenes totalitarios, fascistas, nazis; y ahora de qué son propias ¿de las nuevas democracias populistas? Me pierdo con los nombres, pero lo que sí que sé es que nos la están dando con queso, como decía mi abuelita cuando nos engañaban.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *