WATERLOO

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Waterloo, una pequeña localidad al sureste de Bruselas, ha pasado a la historia porque en sus campos comenzaron a escribirse las páginas de la nueva Europa postnapoleónica.

http://www.bebertchi.be/crbst_waterloo.jpg En efecto, el 18 de junio de 1815 tuvo lugar allí la batalla definitiva que acabó con el sueño de Napoleón, entre las tropas francesas y la gran coalición europea, que en realidad fue más pequeña de lo que se pretendió en un principio, aunque no menos efectiva.

Liberado de su confinamiento en la isla de Elba el 26 de febrero de ese mismo año de 1815, Napoleón volvió a recuperar en París el trono imperial de Francia despertando de nuevo el temor de sus tradicionales enemigos que por un momento creyeron haberse librado de él tras ser derrotado el año anterior en la Batalla de París, que le costó la abdicación y posterior destierro.

Conocedor de la precariedad de su situación en el poder y de la falta de preparación de su nueva Grandèe Armée, Napoleón comenzó por lanzar sucesivas proclamas de paz a sus antiguos enemigos. Pero fueron desoídas por todos ellos, que, en cambio, reaccionaron anunciando de nuevo una coalición militar, la VII, contra el emperador.

Napoleón era consciente de que si esperaba a que se reunieran todas las tropas de la Coalición sería muy difícil salir airoso, por eso actuó rápidamente trasladando en pocas jornadas sus ejércitos fuera de las fronteras del norte de Francia para salir al encuentro del enemigo, en lugar de quedarse a esperarle. La rapidez de movimientos del ejército francés hizo que ni los austríacos ni los rusos, pudieran llegar a tiempo a Waterloo y que, por eso, únicamente intervinieran tropas británicas y prusianas.

Primero se dirigió contra los prusianos, haciendo retroceder a las tropas dirigidas por el anciano mariscal Blücher. Después a por los británicos comandados por Wellington.

Resultado de imagen de waterloo Las lluvias caídas durante la jornada del 17 de junio retrasaron un día los planes de Napoleón ante el temor de que su caballería no pudiera actuar con eficacia, y también de que sus pesados cañones se pudieran hundir en el barro. Y aunque el 18 de junio amaneció despejado, Napoleón dudó y no dio pasos hacia el enfrentamiento hasta bien avanzada la mañana. Además, él siempre se colocaba al frente de sus tropas, pero en esta ocasión escogió la retaguardia, tal vez porque no se encontraba en muy buenas condiciones de salud. Lo cierto es que desde su posición no veía bien al enemigo que Wellington había escondido tras un terreno alomado. Por otro lado, cuando los soldados franceses lograban superar la loma y lanzaban a la caballería, los ingleses se defendían en un sistema de cuadros ideado por Wellington que hacían inútiles los esfuerzos de los caballeros armados con sables ya que los caballos rehusaban acercarse demasiado a las puntiagudas bayonetas inglesas. Era una simple cuestión de psicología animal.

http://i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/03259/waterloo-8_3259480k.jpg El caso es que durante 9 horas de combate ininterrumpido, los muertos de uno y otro bando iban tapizando los campos de Waterloo –hasta 40000 hombres y 10000 caballos se dice que cayeron- y, finalmente, Napoleón dio a lo que quedaba de sus tropas la orden de retirarse a París, después de haber utilizado para sus ataques incluso al elitista cuerpo de guardia que habitualmente no entraba en combate.

Napoleón acabó pidiendo asilo político a Inglaterra que, sin embargo, lo único que le concedió fue otra vez el destierro, pero en esta ocasión a la isla más recóndita del otro extremo del Atlántico: Santa Elena, entre medias de Angola, en África, y Brasil, en Sudamérica. Allí acabó sus días el 5 de mayo de 1821 en una soleada casona.

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